Seguro que algunos de vosotros os acordáis de ellos, hace un tiempo cuando estuvieron aquí, hubo varias personas interesadas en adoptarlos, por separado. Pero tuvieron la suerte de que Begoña, adoptante repetidora, no quiso separar a los dos hermanos, y les tocó la lotería, pero el premio gordo. Vivieron con ella un tiempo, simpáticos y educados, en la finca y aún mejor dentro de casa, pero por una grave alergia, esta vez sí, de verdad, aguantó lo que pudo, pero incluso con tratamiento no lo pudo superar y nos los tuvo que traer. Pasamos uno de los peores momentos en este refugio, por ellos, y por ella, ver a una persona amante de los animales, tras intentarlo todo por sus perros, despedirse de ellos...Muy duro.
Siguen siendo los mismos perros encantadores, cariñosos y callados de finales de 2012, jóvenes e inseparables. Sólo han cambiado sus nombres: ahora se llaman Gus y Pipo y de nuevo esperan por un adoptante que sea, ya ,el definitivo.
