Si cualquier día en este mundo es duro para los que queremos a los animales, y más en un refugio, días como el de ayer son la gota que colma el vaso. Aún no salimos de la indignación y el dolor por el toro de la Vega, y porque semejante barbaridad sea permitida y aún por encima se considere una " fiesta", y tenemos que asistir al sacrificio de Excalibur, por la ineptitud de un grupo de personas, políticos o no, completamente descoordinadas entre ellas. Parece mentira que en la capital de nuestro país no haya ni preocupación, ni los medios necesarios para mantener aislado y en cuarentena, incluso en su propia casa, a un pequeño perro.
Parece mentira, con lo que se roba, se estafa, y se derrocha...
Falta respeto (por no hablar de cariño), intención y por tanto leyes adecuadas para protegerles.
Miles de animales son abandonados o maltratados, y los culpables continúan con sus vidas como si nada. Un individuo que dejó morir de hambre a sus dos perros, y además lo reconoció ante un juez, recibe un castigo de risa: 400 euros e multa. Es mejor no enterarse, es como si nos dieran una bofetada, encima del dolor que podemos sentir por ellos, por el inocente Excalibur.
