Uno de esos
escasos días que bajas al centro de la ciudad, que ya no es tu hábitat, y te
cruzas por la calle con perros divinos de raza, afortunados, bien atendidos y
te suena un montón ese mestizo de yorky con su pelo recortadito, plateado tan
suave, de la correa con su dueña como de toda la vida. Y reconoces al perrito
que llegó gordito pero sucio, con poco pelo en forma de rastas mugrientas,
buenísimo y pancho, muy pancho, al que inexplicablemente bautizaste como Pinky.
Y te llevas una alegría, un empujón que te ayuda a continuar un poquito más. 11 octubre 2012
El perrito de la calle Príncipe
Uno de esos
escasos días que bajas al centro de la ciudad, que ya no es tu hábitat, y te
cruzas por la calle con perros divinos de raza, afortunados, bien atendidos y
te suena un montón ese mestizo de yorky con su pelo recortadito, plateado tan
suave, de la correa con su dueña como de toda la vida. Y reconoces al perrito
que llegó gordito pero sucio, con poco pelo en forma de rastas mugrientas,
buenísimo y pancho, muy pancho, al que inexplicablemente bautizaste como Pinky.
Y te llevas una alegría, un empujón que te ayuda a continuar un poquito más.
“Hola:
Este es Pancho.
Mi hermana y yo lo adoptamos en el mes de mayo. Era un día muy lluvioso y el
pobre llegó a casa muertito de frío y un tanto atemorizado. Después de un baño
y comida empezó a sentirse bien. Tuvimos que tratarle una tos muy persistente
que al final acabó remitiendo. Y a día de hoy es una alegría para todos nosotros,
se ha convertido en uno más de la familia. Es un perro súper cariñoso y muy
tranquilo y lo único que quiere es compañía que él constantemente nos agradece.
Nosotras recomendamos a todo el mundo que adopte animales porque para nosotros
ha sido y es una de las mejores cosas que nos han pasado.
Un saludo,
María y Bea.”
Etiquetas:
Finales felices