Había estado en el refugio extraviado y su dueño lo recuperó con el microchip incorporado, como debe ser. Por un grave problema personal y un imprevisto viaje de su dueño la vida de este grandullón cambió radicalmente. Thor quedó bajo la custodia de un mal cuidador que ni siquiera se encargó de buscarlo cuando se perdió. Desorientado en la calle, acabó atropellado: un horrible desgarro en una pata que se fue curando poco a poco, aunque le queda, de momento, una pequeña cojera. Es un animal cariñoso, dócil y obediente, un buen guardián.